lunes, 29 de enero de 2018

The Lion King y la curiosa historia de una canción que logró doblegar a un imperio.





Hace unas semanas tuve la oportunidad de ver “The Lion King” en el Minskoff Theatre de Nueva York. Como era de esperarse, el teatro estaba abarrotado y, si uno hace cuentas contando la cantidad de asientos del teatro y el costo de cada boleto, se puede calcular que por cada función entra a taquilla una buena suma de dólares. Eso es el llamado teatro “comercial”, aunque dados los recursos artísticos, técnicos y mercadológicos, yo lo llamaría más bien teatro “industrial”.


       En esta industria del entretenimiento, nada está dejado al azar, todo está debidamente calculado, desde la decoración del teatro hasta cada detalle de vestuario e iluminación. La historia resuena con fuerza en los espectadores porque sigue al pie de la letra el esquema del mito del héroe, estudiado por Joseph Campbell y otros autores, que aparece en historias bíblicas, en las tragedias griegas y en un sinfín de historias de las más diversas culturas. El esquema es simple y complejo a la vez: el personaje central, el pequeño león,  tiene una existencia feliz, pero un hecho trágico –la muerte de su padre, causada por las intrigas de un villano-, termina con ese equilibrio y es arrojado fuera de su entorno. Emprende entonces un viaje, aparecen personajes que lo ayudan en su formación –Timón y Pumba-. El leoncito crece siendo un marginado, alejado de su manada. Descubre su origen real, se niega en un principio a reconocer el llamado de su destino heroico, la aparición sobrenatural de su padre lo impulsa a aceptarlo y regresa para vengar la muerte y restablecer el orden quebrantado por el villano y sus secuaces. Él se encumbra y toma triunfante su verdadero lugar. Las historias de Hamlet, Moisés y Superman resuenan en lo más profundo de la psique de los espectadores asegurando la recepción del relato, provocando una catarsis emocional que se refleja en los estruendosos aplausos del final y que asegura que el flujo de espectadores continúe por la taquilla.

     El problema de representar animales parlantes de los cuales los espectadores ya tienen un referente visual en la película de animación del mismo nombre, fue resuelta mediante el uso de vestuarios extendidos y marionetas portables. En vez de tratar de esconder a los operadores, se les decora y se les incorpora a la escena como fondos o como detalles del propio animal representado. Y es en estas decoraciones y vestuarios donde abundan los motivos “africanos”. La paleta de colores está cuidadosamente elegida para representar esta “africanía”. Y para acentuar este componente étnico, todo el elenco –o al menos los papeles principales- fue elegido de entre actores afroamericanos. La superproducción teatral se apropia así de la identidad cultural y étnica de un conglomerado de pueblos, sin mencionarlos ni dar ningún crédito. Resulta entonces una África edulcorada, “blanqueada”, mitificada.


         En un determinado momento, uno de los personajes canturrea la canción The Lion sleeps tonight. Originalmente la canción estaba incorporada como una canción más, pero en la versión que vi, solo se le cita, sin dar ningún crédito en el programa ni en ningún otro lado. Y esto me recordó la curiosa historia de esta canción, que tuvo un gran éxito en los sesentas con sus coros repetitivos y su voz principal en falsete. Luego, el videíto de un hipopótamo cantando mientras un perro baila, muy difundido por internet, volvió a poner de moda esta canción. 

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      The Lion Sleeps Tonight es un ejemplo de la piratería y el despojo cultural practicado por los países occidentales en contra de los países no desarrollados.

        El grupo The Tokens es el interprete de la versión más conocida y difundida. Sin embargo, no son sus creadores. La historia se remonta a varias décadas antes del éxito de The Tokens. En 1939 Solomon Popoli Linda, un trabajador agrícola emigrado a Johannesburgo desde la provincia sudafricana, improvisó una línea cantada en falsete sobre un coro de bajos, una forma tradicional de los coros zulúes, en el único estudio de grabación que había en Sudáfrica. Solomon lidereaba el grupo “The Evening Birds” , agrupación inserta en la larga tradición coral de los pueblos africanos, y la canción fue bautizada como  Mbube (“león” en zulu). Se dice que, de acuerdo a la tradición zulu, cuando un rey muere, “el león está dormido”. Supuestamente, el rey al que se refiere en realidad es Shaka, líder guerrero  que en el siglo XIX logró la unificación de los clanes zulúes y formo un gran imperio que puso muy preocupados a los británicos. Aunque su reinado duró sólo 12 años, de 1816 a 1828, y era famoso por su crueldad contra sus opositores reales o imaginarios, para muchos  Shaka simboliza la unión entre los pueblos africanos y el forjador de la nación zulú. La canción pronto se convirtió en un éxito, alcanzando gran popularidad  y vendiendo miles de copias por toda África durante los años cuarentas.


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      En 1951 la canción fue grabada por el etnomusicólogo norteamericano Alan Lomax  junto al cantante folk  Pete Seeger y su banda The Weavers. La canción fue rebautizada como Wimoweh (una transliteración fonética del coro uyimbubé: “tú eres el león”) y publicada por Smithsonian Folkways Records.


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       Diez años después, Wimoweh fue arreglada por  el grupo The Tokens y fue rebautizada como The Lion Sleeps Tonight  y rápidamente se hizo muy popular en todo el mundo.


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       Aunque se trata prácticamente de la misma canción, Mbube, Wimoweh y The Lion Sleeps Tonight han sido versionadas por gran cantidad de grupos y solistas.








A mediados de los 90, la canción fue incorporada a la versión teatral de The Lion King, producida por los Estudios Disney. A pesar de haber generado millones de dólares de ganancias, no se reconoció su origen ni el papel de Solomon Linda y fue presentada como si fuera de dominio público.



Solomon Linda había cedido los derechos mundiales de autor sobre Mbube a la Gallo Record  Company por 10 chelines. Murió en 1962 en la completa pobreza, dejando a su mujer, Regina , con cuatro hijas. Gallo Records, tal vez pensando que una canción zulú no tendría un valor que valiera la pena defender, no la registró. Pete Seeger, pensando que era una canción tradicional, la registró como de su autoría con el alias "Paul Campbell", algo que ha ocurrido con muchas otras canciones tradicionales que son apropiadas y registradas indebidamente para recibir regalías. En defensa de Seeger, se puede decir que, al enterarse que la canción tenía autor, trató de que se le dieran regalías a la familia de Linda.  En 1983, la editorial estadounidense  Folkways, que había obtenido el control de Wimoweh, pagó la fabulosa cantidad de un dólar por la cesión y la ampliación de los derechos, poseídos hasta entonces  por Regina como heredera legal de Solomon Linda. De acuerdo a las leyes norteamericanas de propiedad intelectual, ese  dólar le dio derechos a Folkways  sobre la canción en todo el mundo. Regina murió en 1990. En 1992, para renovar los derechos sobre la canción, Folkways, faltaba más,  generosamente pagó otro dólar –sí, un dólar- a las hijas de Linda por concepto de una nueva cesión de los derechos mundiales de Mbube, no fuera que vayan a pensar mal de la compañía editora de folclórico nombre.


A fines de los noventas, el periodista Rian Malan de la revista Rolling Stone, escribió un artículo en el que exponía las maquinaciones que habían tenido lugar y señalaba que, pese a que las obras derivadas de Mbube habían generado millones de dólares, las hijas de Linda, una de las cuales había muerto de tuberculosis asociada al SIDA, sin poder recibir más tratamiento médico que remedios de hierbas, vivían en la más absoluta miseria sin obtener ningún beneficio material del trabajo creativo de su padre, con excepción de esos dos dólares pagados entre 1983 y 1992. El artículo causo indignación y una firma de abogados se ofreció a tomar el caso.



La demanda interpuesta a nombre de la familia Linda se fundamentaba en una norma jurídica poco conocida que databa de 1911. Se trataba de un texto normativo británico que tenía rango de ley en todo el Imperio, tal como existía en 1911 y que incluía a Sudáfrica. Según esta norma, cuando un autor cedía sus derechos de por vida, a los 25 años de su muerte los derechos se revertían al albacea de su herencia, como elemento de dicho patrimonio, aunque hubiese tenido lugar cualquier otra cesión de los derechos de autor durante ese tiempo.


Esta disposición de “reversión de los derechos de autor” estaba hecha a la medida de las circunstancias del caso de Mbube, salvo por el hecho de que tanto Regina como sus hijas habían cedido los derechos a Folkways. No obstante, el razonamiento fue que los derechos de autor revertidos recaían desde 1987 en el albacea y que no podían pasar a ser propiedad ni de Regina ni de sus hijas si el albacea no se los transfería explícitamente. Obviamente, la familia Linda no había nombrado nunca albacea para administrar el legado de Solomon, valuado en esos fabulosos dos dólares, por lo nunca se pudo haber producido esa transferencia. Por lo tanto, las cesiones realizadas en favor de Folkways no tenían validez ni efecto.

En 2004, ahora sí, por consejo de sus abogados, la familia Linda nombró albacea a Stephanus Griesel, pero como sólo podía reclamar los derechos sobre Mbube en países que habían formado parte del Imperio Británico, se decidió presentar la demanda ante los tribunales sudafricanos. Esto significaba que no podían levantarse cargos directamente contra Folkways, ya que los tribunales sudafricanos sólo tenían jurisdicción sobre demandados que tuvieran un domicilio social o cualquier activo  en Sudáfrica contra los que pudiera ejecutarse una posible sentencia. Puesto que Folkways no tenía bienes conocidos en Sudáfrica, se optó por demandar al titular de la licencia de la canción más destacado y conocido respecto del cual pudiera garantizarse la jurisdicción de un tribunal sudafricano, a saber, Walt Disney Enterprises Inc. Esto podría hacerse embargando unas 200 marcas propiedad de la empresa en Sudáfrica, lo que en efecto dejaba en prenda las marcas de Disney para asegurar la ejecución del posible pago de una deuda.

El Tribunal Superior de Sudáfrica admitió la solicitud de embargo de las marcas de Disney, así como los derechos de autor sobre la obra The Lion King. Los abogados de la familia Linda iniciaron un proceso contra Disney y otros licenciatarios o sublicenciatarios de Folkways, en el que se reivindicaba que los demandados habían infringido los derechos de autor del albacea sobre Mbube al reproducir y ejecutar o interpretar públicamente sin su autorización una parte sustancial de la canción bajo la forma de The Lion Sleeps Tonight en la versión teatral de The Lion King.

Walt Disney Enterprises reaccionó inmediatamente presentando una solicitud urgente ante el tribunal sudafricano para que anulara el embargo, basándose en que el albacea no tenía argumentos contra ellos. El tribunal desestimó la solicitud y respaldó la causa de la demanda.

Se fijó fecha para el juicio en febrero de 2006. Poco antes de esa fecha se llegó a un arreglo entre las partes en litigio, así como con Folkways, el verdadero demandado en el proceso, que había acordado una cláusula de inmunidad con Disney cuando le licenció el uso de The Lion Sleeps Tonight. El acuerdo, que tiene validez en todo el mundo y en solución a cualquier demanda, comprende lo siguiente: los herederos de Linda recibirán un pago por el uso pasado de The Lion Sleeps Tonight, asi como el derecho a disfrutar de las regalías futuras por su uso en todo el mundo. Se reconoce que The Lion Sleeps Tonight es una obra derivada de Mbube. Se reconoce la coautoría de Solomon Linda en The Lion Sleeps Tonight, y será mencionado como tal en el futuro. Se establecerá un fideicomiso para administrar los derechos de autor de los herederos sobre Mbube y para percibir en su nombre los pagos correspondientes a la utilización de The Lion Sleeps Tonight.



La remuneración que recibieron las hijas de Linda les asegurará el sostén económico en el futuro. Lo primero que hicieron las hijas sobrevivientes fue comprar una lápida para la tumba de su padre, que yacía en una tumba sin marcas. El arreglo reconoce implícitamente el origen sudafricano de The Lion Sleeps Tonight y su raigambre en la cultura sudafricana. El pequeño pueblo zulú, otrora temido y fiero, pero ahora parte de los grupos indígenas africanos sometidos durante siglos a la explotación de los europeos, tuvo un pequeño logro al doblegar al imperio Disney, aunque fuera sólo en el pago de los derechos correspondientes a la familia Linda y el reconocimiento de la canción como parte del patrimonio cultural sudafricano. Ignoro si es por esa victoria que en la obra que vi solo se canturrea una parte de la canción sin mencionar sus créditos, pero ahora se sabe a quien pertenece esa canción y todo su bagaje cultural.

Ahora que diversas firmas diseñadoras de ropa está apropiándose indebidamente de los bordados tradicionales de diversas regiones de México, vale la pena recordar la historia de esta canción para mostrar que es posible, pese a todo, hacer valer las leyes que protegen o deberían proteger el patrimonio cultural de los pueblos en todo el mundo.